Desde entonces, se han establecido celebraciones anuales, principalmente durante el mes de agosto, cuando miles de peregrinos recorren grandes distancias para llegar al santuario. Las peregrinaciones suelen iniciarse desde distintas parroquias y comunidades de la provincia, con caminatas que oscilan entre 10 y 70 kilómetros, dependiendo del punto de partida, y culminan con actos de oración y bendición en el santuario.
La devoción a la Virgen del Cisne se originó en 1594 en la ciudad de Loja, Ecuador, consolidándose como un símbolo de fe y protección para la comunidad. En 1600, se construyó el primer santuario dedicado a su veneración, convirtiéndose en un punto de encuentro para los fieles que acudían a realizar sus plegarias y ofrendas.
La devoción a la Virgen del Cisne se originó en 1594 en la ciudad de Loja, Ecuador, consolidándose como un símbolo de fe y protección para la comunidad. En 1600, se construyó el primer santuario dedicado a su veneración, convirtiéndose en un punto de encuentro para los fieles que acudían a realizar sus plegarias y ofrendas. Desde entonces, se han establecido celebraciones anuales, principalmente durante el mes de agosto, cuando miles de peregrinos recorren grandes distancias para llegar al santuario. Las peregrinaciones suelen iniciarse desde distintas parroquias y comunidades de la provincia, con caminatas que oscilan entre 10 y 70 kilómetros, dependiendo del punto de partida, y culminan con actos de oración y bendición en el santuario. Actualmente, la Virgen del Cisne continúa siendo un referente espiritual, atrayendo a miles de devotos que renuevan su fe y mantienen viva esta tradición, considerada un vínculo entre la devoción religiosa y la cultura local.
La devoción a la Virgen del Cisne se originó en 1594 en la ciudad de Loja, Ecuador, consolidándose como un símbolo de fe y protección para la comunidad. En 1600, se construyó el primer santuario dedicado a su veneración, convirtiéndose en un punto de encuentro para los fieles que acudían a realizar sus plegarias y ofrendas. Desde entonces, se han establecido celebraciones anuales, principalmente durante el mes de agosto, cuando miles de peregrinos recorren grandes distancias para llegar al santuario. Las peregrinaciones suelen iniciarse desde distintas parroquias y comunidades de la provincia, con caminatas que oscilan entre 10 y 70 kilómetros, dependiendo del punto de partida, y culminan con actos de oración y bendición en el santuario. Actualmente, la Virgen del Cisne continúa siendo un referente espiritual, atrayendo a miles de devotos que renuevan su fe y mantienen viva esta tradición, considerada un vínculo entre la devoción religiosa y la cultura local.